martes, 15 de diciembre de 2009

COMER COMO ANTES

Después de unas entradas más bien serias, quiero compartir un puro placer: comer. Comer bien y en buena compañía.
Hace unos días tuvimos la suerte de acertar en la elección de un restaurante con el que tropezamos durante la búsqueda de un lugar diferente a los que ya conocíamos para celebrar un pequeño acontecimiento familiar.
Después de repasar el apartado de memoria que contiene los distintos restaurantes a los que acabamos recurriendo cada vez que deseamos "celebrar bien" algún evento que lo valga, salimos a la calle a buscar inspiración.
Dirigimos nuestros pasos a la primera zona que nos pareció ideal para comenzar a separar el grano de la paja: Jardinets de Gràcia hacia el Passeig i Rambla de Catalunya; así pasamos junto a varios que por una u otra razón no nos dieron el "toque" que sentimos cuando esperamos algo distinto.
Paseando fuimos del Paseo a la Rambla y casi sin darnos cuenta nos dirigimos al Pasatge de la Concepció, donde ya hemos disfrutado de la cocina de uno de los reconocidos en Barcelona (1).
Pocos metros antes de llegar al conocido, puedo decir que casi tropezamos con el cartel que mostraba la carta de un local desconocido. Los platos que figuraban despertaron de inmediato mi memoria infantil: sopa d'escudella amb pilotes i fideus amb arrós; un salto inconsciente a otro apartado: Viandes, si, así lo llamaba mi abuela y todavía lo hace mi madre. Y la lista seguía desgranando platos que parecían olvidados pero que sólo esperaban la oportunidad de salir a la luz.
Pero ¿este restaurante cuál es? dimos un paso atrás y apareció la información Petit Comité, mira tu por donde, sin buscarlo, tropezamos con uno de aquellos lugares que siempre recuerdas cuando ya estás sentado a la mesa de cualquier sitio que has escogido; y eso, porque al final casi tienes la obligación de escoger uno cualquiera porque no recuerdas el que te gustaría o el que te recomendaron y, como en este caso, el que oyes por la radio muchos jueves que te pillan en el coche mientras vas o vienes de una visita.
Y ¿porqué me alegré de tropezarme con este restaurante? pués por razones de placer.
Cuando escucho la radio, he disfrutado de los comentarios de una persona que ama su trabajo,que comparte ese amor con todos los que sintonizamos ese punto del dial, que ofrece su experiencia y la aplica a las recetas personales de los oyentes, que con su anfitrión como perfecto comensal presenta platos tradicionales, con toques originales y que pasando de forma virtual por la boca se funden en los puntos del placer gastronómico que tenemos, sin ninguna duda, en el cerebro. 
En esa emisora descubrí un cocinero, un chef, una persona que me reabrió el gusto por la comida de familia, de la que tiene sus raíces en las ollas de las abuelas y que se reafirma en la del dia a dia de cualquier madre o soltero.
Me refiero a Fermí Puig -chef del restaurante Drolma del hotel Majestic- un cocinero que ejerce de mentor en el programa de las mañanas de Jordi Basté en Rac1, y del que escuché en varias ocasiones la mención a un nuevo local donde recuperaba y volvía a presentar los platos tradicionales de la cocina catalana. Cada vez que lo escuchaba, al llegar a casa comentaba a la familia: "hemos de ir a ese restaurante ¡a ver si lo que dice es verdad!"
Pues si, puedo afirmar que es verdad. Los platos que pedimos colmaron las expectativas; la presentación, calidad y cantidad fueron  muy buenas; la bebida, cava de la casa, cumplió con su etiqueta, brut nature sin sobrepasar el precio presupuestado. El servicio y la atención correctos sin resultar molestos y la factura cumplió lo que dicen, no superó los 50 euros por cabeza y no nos causó acidez como en otros lugares. 
Y volviendo al placer, puedo afirmar que lo sentí en cada plato que pedimos, volví a recordar los platos idealizados de cuando la abuela le daba al soplillo frente a la cocina "económica"...de carbón; si, soy de esa época pero no estaba en un pueblo sino en el barri de Sants. 
Lo recomiendo, aunque no sea por el recuerdo, sino simplemente porque comer bien siempre es un placer y es de los que podemos compartir con amigos, familia o conocidos sabiendo que al finalizar estaremos un peldaño más arriba del que teníamos al llegar.

(1) Es el restaurante Tragaluz, otro que puedo recomendar, buena calidad pero más "formal".

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